
Muchas veces las mamás se preocupan por su apariencia física o creen que amamantar es incómodo, pero esta interacción genera que el bebé se sienta seguro y cómodo, ya que los niños asocian las sensaciones confortables de alivio del hambre con numerosas señales de estímulo (visuales, auditivas, táctiles y olfativas) fortaleciendo la relación de apego con la madre.
El contacto físico con los bebés, contribuye a que maduren una parte del cerebro en donde se desarrollan sus emociones y su inteligencia emocional. La forma de actuar del bebé dependerá no solo del ambiente en el que esté inmerso, sino también está fuertemente determinado por la interacción que logre con su madre.
El apego se desarrolla en el niño a partir de las respuestas que obtiene de los abrazos, besos, caricias y voz al comer. El bebé chupa, explora y manipula estrechando los vínculos emocionales.
Este proceso es fundamental para la vida adulta y se consolida durante los dos primeros años de vida del niño. Por lo que especialistas en el tema sugieren que la lactancia sea hasta los seis meses.
Un buen apego contribuye a crear lazos afectivos entre la madre y su hijo, lo que se relaciona con la mayor duración y calidad en lactancia materna, que a futuro estimularía un mejor desarrollo psicomotor y un buen estado de salud para el niño.
El gran beneficio de una lactancia natural implica una relación afectuosa, íntima y constante en cada succión del lactante, significando la satisfacción para madre e hijo a partir de la proximidad que este acto conlleva, generando calidez y seguridad para el bebé.
Un recién nacido con apego normal se mostrará siempre contento, con la mirada atenta, sobre todo con su madre y se calmará en los brazos de ella. Además, presentará buena succión y deglución, manifestará hambre y plenitud, y adquirirá un patrón de alimentación regular sin cólicos.
Por el contrario, un niño con poco apego a su madre, muestra un estado irritable, tendrá una mirada esquiva y no se calmará en sus brazos. Lo que ocasiona que presente succión pobre y descoordinada, que adquiera un patrón irregular de alimentación, que llore y vomite frecuentemente.
Es por este motivo que es necesario que no prives de lactancia a tu bebé recién nacido ya que pueden surgir una serie de desventajas y vulnerabilidades que ocasionarán serios retrasos en su desarrollo emocional, social y de aprendizaje.
Fuente: Lic. Nubia Cabrera
Especialista en Aprendizaje
Reconstruye, Centro Psicopedagógico Especializado