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Niños caprichosos

Los niños caprichosos no valoran lo que tienen y siempre quieren más. Estas dos características definir los rasgos de los niños caprichosos, aquellos que son incapaz de reprimir sus deseos y exigen todo el tiempo la satisfacción de estos por parte de sus padres y abuelos.

Cuando son más pequeños, en torno a los dos o tres años, los caprichos se reclaman de una forma irreflexiva que responde a un impulso concreto al ver determinado objeto o alimento y es una actitud más bien generalizada, que se puede considerar normal.

A medida que el niño crece, sus caprichos son más reflexivos y responden más que a un impulso, a un conocimiento previo de que cualquier cosa que pida, se le concederá. Si se ha llegado a este extremo, es porque los padres no ha sabido actuar de forma correcta a tiempo y se ha optado por una actitud permisiva constante, carente de normas y límites ante las continuas exigencias de los niños.

Frases como: “Mamá ¿me compras esto? “Sí, pero es lo último que te compro”, es la realidad diaria de muchos padres que quieren satisfacer a su hijo para que no continúe pidiendo, pero la experiencia demuestra que el niño no sólo no va a dejar de pedir sino que está reforzando unos códigos de conducta con los que otorga al llanto y a las rabietas un sentido de pedido.

La obsesión de los niños por adquirir cosas puede resultar realmente terrible. Muchos expertos coinciden en que esta conducta común en la mayoría de los niños desde de los 2 años, es consecuencia de dos factores de desarrollo. En primer lugar, su imaginación está floreciendo, lo que es fantástico excepto por el hecho de que son más vulnerables a la publicidad. Si ve un niño jugando con un coche en televisión, no tardará en imaginarse lo bien que se lo pasaría con ese juguete si lo tuviera. Por otro lado, tu hijo está comenzando a socializarse y al reunirse con otros niños para jugar comparará inevitablemente juguetes, ropa y cualquier cosa que posea con el resto de compañeros. Después te pedirá que le compres lo mismo a él.

Algunos especialistas afirman que es  normal que en un periodo de la vida del niño aparezcan los denominados caprichos, les guste mandar o salirse con la suya, pero en ocasiones esta conducta se mantiene con el tiempo y se convierte en la forma habitual de conseguir lo que quiere y de interacción con el ambiente que le rodea.

Por lo tanto, no debemos permitir como padres que esta normalidad se convierta en la norma segura para obtener lo que desea. En cierto modo con estos retos nos está pidiendo que le pongamos límites y es necesario que aprenda desde el principio que no se puede obtener todo lo que quiera.

 Fuente: Jessica Sebastian

Especialista en Psicología Infantil

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